Hola queridos lectores del Blog!
Hace bastante tiempo que estoy escribiendo en mi libreta acerca del año que pasó. De las cosas que hice y de las que no... de los grandes momentos y de aquellos que es preferible que queden en el olvido. Sin embargo, hubo un análisis simple pero profundo que me llamó la atención de un canal de you tube: Juan Pedro TV y es acerca del éxito. Y es así que mi reflexión comenzó a tomar forma:
El éxito?
No puede ser medido con la vara de otra persona o las expectativas de terceros. El éxito lo mide uno mismo de acuerdo a las metas alcanzadas o no.
El éxito, no se mide con lo que piensa otra persona sobre mí, ni mucho menos de aquellas que no se toman el tiempo de conocerme pero si el tiempo para juzgar o criticar.
El éxito, no se mide ni con aplausos, alardes o falsas adulaciones.
El éxito, mi éxito es ver a mis hijos crecer, ver sus sonrisas y poder secar sus lágrimas. Escuchar el: Má, te quiero mucho y yo más...
Mi éxito es haber podido superar los obstáculos y altibajos del matrimonio, que a pesar de ellos, seguimos apostando por el amor y el respeto mutuo y la seguridad de continuar este camino juntos.
Mi éxito estuvo también en hacer nuevos amigos, en conservar los verdaderos amigos, recuperar viejas amistades y también de aquellos que se alejan... y tener la bendición de poder decir que con los hermanos además de los lazos familiares que unen, también los une la amistad. No es poco.
En el 2016:
Cambié.
Prioricé.
Viajé.
Descubrí.
Lloré.
Reí.
Toleré.
Me enojé.
Aprendí.
Gané.
Perdí.
Hablé.
Callé.
Cuidé.
Me descuidé.
Simplifiqué.
Fui feliz.
Para darle forma a este nuevo año 2017, quiero compartirles un texto de Capetillo Cabrera:
¿QUÉ TAL SI ME PERDONO?
Me he sentando a tomar un café conmigo misma frente al espejo... y me descubrí alzándome la ceja como siempre, entonces... me dije a mí misma:
¡Ya estuvo bueno de ser tan dura! Lo mejor es simplemente perdonarme.
Me perdono:
por dejarme en último lugar infinidad de veces.
Me perdono:
por hacerme pedazos para completar a otros.
Me perdono:
por no tener tiempo para mí.
Me perdono:
por no hacerme caso y tropezar con el mismo obstáculo una y mil veces.
Me perdono:
por poner mi salud como un pendiente y no como una prioridad.
Me perdono:
por haber hablado de más.
Me perdono:
por haberme callado.
Me perdono:
por confundir resignación con tolerancia.
Me perdono:
por mentirme.
Me perdono:
por no ser ,as amable conmigo misma.
Me perdono:
por no tenerme paciencia ni tener constancia.
Me perdono por ser tan ruda cuando se trata de mí.
Me perdono:
por no permitirme muchas cosas.
Me perdono:
por no disfrutar de otras tantas.
Me perdono:
por no valorar los momentos que valen la pena.
A mi misma me dije: debemos aprender a soltar, a dejar ir y sobre todo a perdonar. Debemos hacer frente contra el mundo que no está en nuestra contra, simplemente el mundo es mundo y la gente es gente con lo bueno y lo malo.
Mi misma, sabes, necesito tu abrazo, tu complicidad... He aquí el trato: Menos reproches y más amor. Menos revivir el momento y más perdón.
¿Y si me perdono? Ampliamente y de verdad... sin echarme en cara después mis errores, sin pensar en un problema toda la noche, sin sentir una punzada por los malos recuerdos cruzándose en mi mente.
¿Y si me perdono mis errores? Sí me perdono, sí me acepto y me corrijo, sí me acomodo las piezas, sí me reseteo la memoria y el corazón...
¡SÍ ME PERDONO PARA EMPEZAR A VIVIR!
FELIZ 2017, CON MUCHO PARA PENSAR Y SER AGRADECIDOS.